... Y LUEGO QUÉ PASÓ?
Pasaron días, semanas y meses, pasaron cosas, cambiaron muchas y otras, que hubiera querido que ya fueran distintas, siguen igual.
El entrenamiento se interrumpió varias veces y en cada una de ellas pensé que la meta sería imposible de alcanzar... así que lo que pasó también fue que aprendí a asombrarme por los logros en la constancia del entrenamiento, pero también en las intermitencias.
Después de las gripas de febrero vino una tendonitis en el talón de Aquiles. Pudieron haber sido muchas cosas, que al revisarlo, estuve haciendo mal: subir demasiado rápido la carga semanal de trabajo, usar tenis que ya debían haber sido cambiados, entrenar demasiado en superficies muy suaves, demasiados planos inclinados, y muchas otras razones. Descansé casi 3 semanas, ya que la primera semana era doloroso incluso subir escaleras y más doloroso bajarlas. Intenté mantenerme haciendo bici... si bien no ayudó, no perjudicó. En la tercera semana, cuando pensé que ya había perdido por completo el ritmo del entrenamiento y correr un maratón era ya algo prácticamente impensable, intenté correr un poco de nuevo. Ya con tenis nuevos, subiendo poco a poco la carga, pero al final lo que parece que estaba haciendo peor era pisar demasiado con la punta del pie... cambié de pisada y listo!!! magia!!!... de nuevo en la carrera!!!
Para ese momento ya los objetivos eran otros, fuera y dentro de la calle. Ya había superado algunas cosas pendientes, pero nuevas preocupaciones ocuparon ese lugar, y correr me enfocaba en mantenerme en mi centro, otra vez.
El ejercicio de correr distancias más largas es físico, pero sobre todo mental. Eso lo he escuchado y leído hasta el cansancio, pero ponerlo en práctica, entenderlo bajo la piel es distinto. Verdaderamente se entrena llegar al punto de separar el cuerpo de la mente. Los pies van por un lado mientras la mente se ocupa de cualquier otra cosa. Lo importante es que mente y cuerpo no se hablen. Poner el piloto automático. Resolver cosas importantes mientras pasan, 10, 11, 12... 26 km bajo las suelas.
No es fácil.
Hay que entrenarlo.
Hay que seguir.
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