ALTURA
La diferencia entre correr a una altura considerable, como la de CDMX, a más de 2,200 msnm a una más cercana a nivel del mar es ya conocida, pero experimentarlo es otra cosa.
Estos días, además de que el recorrido ha sido prácticamente plano, la diferencia de altura se nota sorprendentemente. Me asombra poder mantener el paso por un buen rato sin sentir fatiga. Es obvio que la principal causa ha sido el tener una mayor oxigenación que aporta ese boost al entrenamiento.
Hoy el día amaneció muy frío pero no quise perder la oportunidad de salir a correr. La temperatura a las 7:00 era de 3ºC por lo que tuve que correr con la bandana cubriendo nariz y boca, lo cuál en CDMX me hubiera sofocado, pero aún así la oxigenación es buena. Mis manos no opinan lo mismo, pues el aire frío ocasionó llagas, que con el gel antibacterial no hacen una buena combinación… arde!
El entrenar en CDMX es una práctica esencial para lograr el objetivo de los 42,195 m, distancia que representa un reto enorme a quien no esté habituado a correr a esa altura.
Me impresiona no haber encontrado corredores aún. En una ciudad básicamente estudiantil y en la zona de la universidad, uno pensaría que una población grande sea de corredores, pero aún no los topo (estoy seguro que existen y andarán por ahí). Correré en otras direcciones hasta encontrarlos. Pero no será mañana, debo descansar.
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