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Todo iba bien... ya había terminado la parte más dura... de repente, mareo, sudor frío, necesidad de sentarme, acostarme. Gente que lo notó a mi alrededor, a distancia, la pandemia, claro. "¿Joven, se siente bien?", "Mire, traigo una botellita con gel antibacterial, huélalo, seguro le cae bien". Alguien llegó corriendo con una coca (una coca, sobre todo si es chiquita, en envase de vidrio, cura todo, eso se sabe). Después de un rato, necesidad de vomitar. Por lo menos había un baño cerca y la señora del gel me ofreció cuidar mis cosas.
Eso sucedió hace casi 2 años, los ciclistas le llaman "la pájara". Era un recorrido de 10K para llegar en bici a la oficina, pero justo antes de llegar, para cruzar el Atlixcáyotl, hay un distribuidor bicicletero con la pendiente modo te-acordarás-de-mí. La pájara no es otra cosa que un esfuerzo excesivo sin la suficiente oxigenación, es decir, trabajar el motor en seco. Ahí aprendí, por las malas, que a mayor esfuerzo se necesita una oxigenación más profunda. Se debe uno concentrar, sobre todo en las pendientes pronunciadas, en la respiración más que en las piernas.
Para correr es el mismo principio básico, concentrarse en la respiración. El paso no lo marca, en principio, la fuerza, sino el ritmo cardiaco, que se somete a la cantidad de oxígeno que dispone para llevar al cuerpo. En eso empezaré a trabajar.
Como ayer corrí, hoy tocó bicicleta.
La idea es alternar los entrenamientos. Los días de bici el esfuerzo trataré de hacerlo en aumentar mi capacidad de oxigenación, y esto a base de hacer más pendientes que kilómetros. Vamos a ver si resulta.
EL GANSITO MAI!, O EL NEGRITO...O LOS CHOCORROLES., HAY QUE ECHARLE ALGO AL CUERPO ANTES DE FORZARLO, JAJAJA.
ResponderBorrarPA QUE NO RECLAME!