EL BICHO
Después de casi un año de esquivar el contagio, sin haber dejado de ir a trabajar, viajar y hacer reuniones presenciales en medio de la pandemia, el COVID19 finalmente me alcanzó.
En esa época estaba dedicado a una rutina de bicicleta, tanto deportiva como por movilidad. Fue esa rutina la que me mantuvo sano y lejos de los contagios, pero también la que, junto con no haber hecho caso a los primeros síntomas, la que me provocó, a mi parecer, la neumonía que me tendría por un mes en cama conectado a un tanque de oxígeno.
Reposo total, mucha sopa de verduras y 3 kg de medicina me sacaron adelante.
Hoy estuve en una reunión de trabajo donde de 7 personas, 5 ya habíamos tenido la enfermedad. Esta cifra no es ya rara, como tampoco lo es compartir experiencias similares, como la brutal pérdida de peso tras un periodo tan largo de reposo. En mi caso esa pérdida fue de más de 15 kg, en su gran mayoría de masa muscular. Esa pérdida de músculo, sumada a mi dieta vegana y a mi edad, me hacen sumamente difícil recuperar músculo y sobre todo mantenerlo. No puedo dejar de hacer ejercicio o en poco tiempo pierdo la breve condición física que haya podido generar.
Eso será un gran reto en el camino a la meta de los 42,192 m., pero también sumará a la satisfacción al lograrlo. Dicen que lo que no te mata te hará más fuerte.
Aún tengo pendiente la promesa que me hice de terminar una rodada de 100 Km, que por razones de equipo no he logrado, pero sí logré 62 Km antes de que terminara el 2021, mi mejor distancia hasta ahora (la anterior era de 45 Km en un caluroso día en Veracruz).
La pandemia no ha terminado y los cuidados deben mantenerse al tope, pero sé muy bien que el mantenerse en una condición saludable (alimentación, descanso, ejercicio y alejarse del estrés), son la mejor vacuna.
El reto también es una forma de dejar todo eso atrás.
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